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‘Había una fiesta’: cuatro amigas, una rave y las consecuencias del trauma

En su primera novela Marina L. Riudoms construye un profundo relato sobre la amistad femenina, la obsesión millennial por acumular experiencias y el abuso sexual.

‘Había una fiesta’: cuatro amigas, una rave y las consecuencias del trauma

En su primera novela la escritora, traductora y editora Marina L. Riudoms construye un profundo relato sobre la amistad femenina, el paso de la adolescencia a la madurez, la obsesión millennial por acumular experiencias y el abuso sexual.

 

No ha pasado ni un mes de su publicación y ya ha entrado a la imprenta la segunda edición de Había una fiesta. La primera novela de Marina L. Riudoms (Barcelona, 1983) –y la cuarta de Caballo de Troya bajo las riendas de Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez– transcurre en una rave millennial cuya aparente euforia esconde un profundo relato sobre la amistad entre mujeres, el paso de la adolescencia a la madurez o las consecuencias del trauma.

Empezando por la amistad femenina, la autora reconoce la abrumadora falta de referentes femeninos en la ficción, ya sea la literatura, el cómic, el cine o las series de televisión. “En estos relatos generalmente la amistad es algo masculino: un grupo de chicos jóvenes se conocen, experimentan cosas juntos, y valores como el compañerismo, la solidaridad, el apoyo o la camaradería parecen masculinos. Las ficciones en femenino sobre amistad o pasan por un filtro de sexualización o suelen ser un tándem de dos, que al final se enemistan por un tema romántico o una evolución de caracteres distinta”, explica la escritora, traductora y editora. Y remata: “Yo tengo un grupo de amigas, al que dedico este libro, que seguimos siendo amigas a día de hoy y somos muy distintas. Las mujeres que tenemos este tipo de amistades no tenemos que espejarnos en masculinidades porque, si realmente son valores universales, el género es lo de menos”.

En el relato ellas son Nadia, Jero, Paula y María. Es 2015 y tienen 18 años. Viajan por la costa de Nápoles “solas”. Es decir, sin la compañía de ningún hombre, como varios personajes masculinos insisten en repetir augurando el incidente que permea todo el relato. Unas escuchan música o leen libros constantemente. Otras examinan sus redes sociales. Todas disfrutan de las bondades de un albergue barato donde comparten litera con otra veintena de desconocidos. “Son personajes muy millennial, ese tipo de juventud neoliberal que se dedica casi más a un consumo constante de experiencias que a asimilarlas de algún modo”, señala Riudoms. “Hay una idea en la juventud que busca sobreexplotarse a sí misma para sentirse más libre: viajes, fiestas, incluso experiencias sexuales”, una filosofía que llega a influir en su vivencia del trauma.

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Imagen vía Caballo de Troya.

“Una de las cosas que cargan los jóvenes es el ‘You can do it’, el ‘Hazlo tú mismo’ o ese ‘Puedes conseguir lo que te propongas’. Cargamos una especie de peso sobre las cosas que hacemos mal o nos suceden mal, que a veces no son nuestra responsabilidad. Y en el caso del abuso la persona abusada carga con el peso, por un lado, de que tiene que remontar por narices y, por otro, de que pueden opinar sobre qué ha hecho y qué ha dejado de hacer”, en este caso (y en tantos otros) el escrutinio va desde qué ropa llevaban las chicas antes de que ocurriera o si decidieron irse de fiesta después.

Riudoms esquiva con maestría el momento del abuso para acompañar a estas jóvenes y contar como tratan de continuar con sus vidas, especialmente María, sumida en un caos emocional absoluto. Es una novela que aborda el tema del abuso, pero, sobre todo, habla de la experiencia traumática que supone el abuso. El abuso en sí casi queda diluido porque lo que me interesaba era hablar de cómo un proceso traumático afecta a la personalidad de la gente”, explica Riudoms. “Creo que muchas veces los movimientos como el #MeToo se centran poco en la persona que ha sufrido una situación de abuso y se pone el foco en qué ha sucedido, cómo ha sucedido, los hechos, tematizando el abuso. Había una fiesta es todo lo que ocurre posteriormente: cómo cuatro chicas después de una experiencia así deciden seguir adelante como pueden”.

La música es una de las guías invisibles de esta novela cuyos 14 episodios se titulan como 14 canciones, publicadas todas en 2015: desde Lana del Rey o Miley Cyrus a Tame Impala y Skrillex. Varios lectores aplicados las han reunido en listas de Spotify de manera espontánea, feliz ocurrencia que Riudoms celebra. “Todas las canciones hablan de lo que se cuenta en el capítulo, así que recomiendo escucharlas. Además, son buenos discos en general”, señala.

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Imagen de la presentación de ‘Había una fiesta’ en Madrid vía Caballo de Troya.

Con una prosa sencilla, directa, casi episódica, con saltos adelante y atrás en el tiempo, Riudoms deconstruye el texto hasta hacer visible la figura del narrador con el fin de sumergir al lector en el relato: sentir como propias las voces que atormentan y hasta paralizan a María, el miedo a ser juzgada, la angustia por no saber qué hacer. “Me apetecía jugar un poco con eso porque creo que en el momento en que se desvela que no es una novela sobre el abuso, sino que es una novela sobre el trauma, tenía que hacerse visible. Y si tú habías leído toda la narración pensando que el narrador era omnisciente te quedabas como fuera de la historia. Que te digan, de repente, estoy dentro, era una forma de ser más empática y que te dieras cuenta de que siempre hemos estado mirando el abuso y que realmente el foco está en la interioridad de la persona que ha sufrido esa situación”, señala la autora.

El círculo se cierra en los brazos de las demás. “Si el trauma se considera el tema central de la novela, la amistad es la forma en que se redime”, afirma la escritora. “Finalmente es la amistad la vía para salir de ahí. La solución está en sus manos, pero pasa por el apoyo femenino y la comprensión”, añade Riudoms, que deja al lector en el mismo mar de preguntas que se hacen sus protagonistas.

Hablando de abusos sexuales y feminismo, “y con el tópico del rosa y un zapato en la portada” Riudoms reconoce que inicialmente le preocupaba que solo la leyeran mujeres. “Pero me estoy dando cuenta en redes sociales de que tengo mucho público masculino. No sé cuál es la lectura que ellos hacen, me gustaría mucho que me dieran feedback porque no lo he pensado como algo puramente femenino. Siendo una novela sobre la amistad, habla desde el punto de vista de las mujeres, pero aporta puntos comunes que yo he visto en ficciones de chicos y no creo que sean exclusivos de ellos o nuestros”, concluye. 

 

Foto de portada: Laia Nadal vía Caballo de Troya.

 

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